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Prácticas del Habitar

Respiración de atención plena

Dejo entrar el aire hasta hacer presión sobre el vientre. Lo empuja. Hay tensión. Lo dejo salir pero retengo el final. Rápidamente hago que entre de nuevo. Tengo miedo a quedarme sin aire. Tengo miedo a la falta. Registro. Nombro. Siento. 

Cada vez que comienzo una respiración de atención plena, me sumerjo en lo que soy hoy, ahora, en cada instante, mientras transcurre la experiencia. Los pensamientos ocurren, uno tras otro; sé que están ahí, los dejo que sean. Me concentro en ser el camino por donde viaja el aire. Comienzan a aparecer figuras, frases, lugares en el cuerpo que me muestran emociones. Aparece la escena que busca ser abrazada. Registro, hago silencio y dejo que decante, sin forzar.

Observar lo que sucede en nuestro cuerpo físico mientras hacemos la práctica nos da la llave para encontrar lugares y distancias que nos hablan sobre cómo vivimos nuestro ahora. Nos muestra información valiosa para volver a ver diferentes escenas pasadas y, liberar así, la energía que quedó retenida, que busca expresarse. Al registrar lo que aparece comenzamos a iluminar estados que, al nombrarlos y traerlos, podemos modificar. Confiar en lo que se muestra sin emitir juicio y tener la constancia de plasmarlo, es un diamante que brilla al andar.

Así voy construyendo mi diario, desde la práctica cotidiana, dándole lugar dentro de la rutina; creando un espacio donde hilar y profundizar sobre los aspectos que elijo modificar e integrar.

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