Estoy por comenzar la acción que vislumbro, que dejo que me llegue, y aparece una vez más, la voz limitante que intenta que deje de hacerlo. Me enojo por dejarme llevar y registro. Dolor en el estómago, opresión en el pecho y presión en la frente.
Una vez más vuelvo. ¿Qué estaba por contar?…sobre el tejido de emociones que me provoca marzo y el movimiento.
Un día como hoy, hace un año, nació la certeza de mudarnos para acá. Sin saber en ese entonces que era estar acá. Únicamente habíamos pasado de refilón con el auto recorriendo la zona y Ramiro en ese entonces dijo, este lugar me gusta. Después nos olvidamos del tema.
Un día como hoy, hace un año, me dije es momento de reactivar. Ya había nacido el sentir del movimiento hacia dos años atrás. Sentir que pasó a segundo plano con la llegada de Zelmar al elegir que, si el lugar no aparecía antes de los 5 meses de gestar, nos quedabamos anidando en nuestro hogar de aquel momento. Hogar que era nido de mis entrañas ya que me había criado ahí. Era la casa de mis abuelos.
Un día como hoy, hace un año, le mando un mensaje a Beto, un contacto que tenía de parte de un amigo del barro, el cual intuía que nos iba a ayudar al tener el mismo apodo que tenía mi viejo. Y así fué.
Si, hay un vecino que alquila una cabaña, tendrían que ver si les interesa…
Sí, nos interesa, nos queremos mudar.
Antes fantaseamos con comprar directamente, pero no sabíamos cuándo sería posible, si era necesario esperar a que eso ocurra ó si era una excusa/ límite que nos imponíamos para evitar salir de nuestra zona confortable. Al fin y al cabo, lo que nos interesaba es estar acá, vivir acá. Y estando ver qué hacer.
Un día como hoy, hace un año, apareció eso que veníamos buscando, apareció eso en lo que confiábamos sin motivos aparentes. Le dijimos Sí a la casa y con esa acción nació una posibilidad concreta de probar.
¿A Mendoza? ¿Y para qué se mudan a Mendoza?
Para… ¿¡Probar cómo es vivir ahí!?
Ese ahí, se nos construía de un montón de sensaciones, latidos, en los que creíamos y a su vez también temíamos. Queríamos probar.
Pero…¿y los chicos?, ¿y la familia?, ¿y los amigos?
Ahí nacía un silencio de ultratumba dentro del cual me quedaba quieta, hasta que de algún lugar remoto nacía el… Y bueno, será cuestión de probar.
Ya tenía en el haber más de diez mudanzas. Esta era la primera vez que movíamos de provincia una estructura de casa armada de cuatro personas. Y en el contexto de un tejido familiar cotidiano.
Un día conversando con Vera le digo si no nos gusta nos movemos. Al oirme tomé real magnitud de la sinceridad de lo dicho. La realidad se alivianaba. Eligiendo desde el presente y sabiendo que no había motivo que nos impidiera modificar si así queríamos. Porque al final de cuentas, la vida se mueve, cambia, es y deja de serlo.
Empezamos a habitar el sentir que trae el hacer desde lo que nos late sincero, dejando atrás las ideas de fracaso, o de que no resulte. Dando lugar a crecer con lo que nos traiga la experiencia. Cultivando la confianza que trae creer que somos capaces, que tenemos las herramientas para resolver la vivencia tal cual se nos presente. Una labor cotidiana de observarnos mientras sucede el movimiento, acción que ahora comienza a tener pertenencia. Durante el proceso de movernos nos entregamos al caos, a dejar aparecer los miedos, las culpas y también una inmensa confianza en la sorpresa. Así fuimos viendo, saboreando, las señales cotidianas y esenciales que fueron foco durante el caminar hacia acá. El brillo del sol entre las medianeras; los pájaros maestros en su volar mientras van buscando, subiendo, yendo y viniendo. Danzando con el viento. Y la familia que nos acompañó con inmenso amor que también por momentos duele.
¿Qué será de la libertad si no se la descubre probando?
Un día como hoy, hace un año, comenzamos esta prueba que nos trae aprendizajes y desafíos a diario, regalos tan inmensos y tan simples que nos eran inimaginables. La confianza se vuelve certeza al animarnos a hacer, a descubrir qué pasa si hacemos lo que sentimos. Y la vida se muestra con su inmensa presencia sabia, celebrando el pulso y la acción que le dan sentido a la danza cotidiana.