Categorías
Vivencias

Sueño cumplido

Cuando nos proponemos algo…

¿desde dónde nace ese algo?

Eso innombrable que va cambiando de formas, de texturas, de sentir. A veces lo olvidamos, lo tapamos, hasta somos capaces de destrozarlo pareciendo que se olvida hasta morir. Y de repente, como desde la nada un día en un instante vuelve y nos recuerda ¿Cómo era eso que querías hacer? y lo volvemos a traer, a recuperar. Aunque no pareciera, ahí sigue, en un continuo latir que nos llega desde adentro de la tierra, que nos llega desde el espacio.

Cuando le damos lugar comienza a tomar forma, crece, se expande dentro, hasta que comienza a pujar por salir, busca nacer. 

Ponernos firmes en cumplir nuestros sueños es mucho más grande que nuestra experiencia, es un punto en el tejido. El universo conspira a favor cuando vamos dando los pasos, cuando nos animamos a crear las escenas que queremos actuar. Y nos entregamos a desafiarnos por completo, incluso cuando resulta sencillo y fluye, nos descoloca aceptar que fluye. En nuestros huesos habitan frases sostenidas en el tiempo, generaciones del deber con necesidad de supervivencia. Cuando aprendemos a integrarlas, agradeciendo la posibilidad de verlas, de reconocerlas; nos acompañan a continuar creando con cada acción el camino que elegimos andar. Aceptando que al elegir vamos hacia un lado dejando de ir hacia otro. Habitando ese durante creamos y construimos nuestro camino.

Es indescriptible las emociones y vibraciones que se me mueven al ver los sueños cumplidos. Desde hace tiempo soy testigo de cómo las familias se van desafiando a crecer, a conocerse, a encontrar nuevas formas de ser familia, de vincularse, de respetarse, de flexibilizarse, y de reconocerse durante la experiencia, mientras la vida los mueve continuamente. Cuando el sueño cumplido es un caserón de barro, hecho con sus manos, terminado hasta la pintura, que supo desafiar pandemia, contexto, búsquedas de recursos, necesidades personales, necesidades familiares, y.. ¡LO HICIERON!. Expanden con su fuerza la luz de su andar. Agradecida de recibirla, como regalo que motiva para continuar, yendo al encuentro con las formas auténticas en nuestras búsquedas. Desafíos inmensos que nos llaman a seguir desde el latido de seguir, sin controlar lo que sucede, sabiendo qué a dónde queremos llegar, será distinto cuando lo hagamos, porque no seremos las mismas personas, habremos renacido.

Hoy, después de 16 años de acompañar a familias y a personas en sus búsquedas; me encuentro en el lugar de habitar nuestro desafío familiar, dando lugar al momento de olfatear la tierra que piso descalza. Visualizando y aceptando que SÍ sucede. Escuchando cuando la culpa me hace esperar un efecto rebote de falta. Y así voy comprometiéndome con mis creencias, día a día, a desmalezarlas mirando la esencia que queda viva cuando despejo el camino. Darnos la posibilidad de crearnos cotidianamente aguantando el temblor de los huesos que provoca lo inesperado, lo desconocido, lo mentalmente prohibido; confiando en que está sucediendo sincero al pulso que sentimos cuando nuestra mano va al corazón y se aúna con el latido. Así las intuiciones, se vuelven intenciones, se crean las ideas que despiertan las vivencias, en un torbellino que no deja controlar cómo será, pero será de todas formas; porque pertenece a lo indefinible de saborear la vida.