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Diario del habitar Vivencias

La transición de la casa cuando un hogar muere

Mi abuela materna, durante sus últimos años, casi ni salía de su hogar, le dolía mucho el cuerpo y vivía en una planta alta. Ella me decía: a dónde voy a ir, si estoy en mi casa. 

Y así fue, como en la calma de su cobijo murió. Cuando fuí a despedirme la encontré acostada, como le gustaba estar a la hora de la siesta, descansando; fue un momento de dolor y agradecimiento. Había llegado el pasaje sagrado de irse, y lo hizo en la calma de su casa. Fue un regalo. Dentro del cúmulo de emociones pude sentir como el hogar se despedía también, abrazando a la familia. La casa quedó vacía. Esa casa que había construido mi abuelo con sus manos, que había sido imán de encuentros familiares, cobijo de mi infancia. Ese hogar se despedía cerrando un ciclo con la muerte de mi abuela; pero, la casa en materia y espacio seguía de pie.  Llegó un tiempo de silencio. De quietud.

Con el silencio de la quietud yo sentía que se venía abajo, entonces iba seguido para abrir las ventanas, las persianas, para que entre la luz y corra el aire; que haya movimiento. Iba un ratito, abría, daba unas vueltas impregnándome del lugar y me iba, volvía a las horas y cerraba. La casa entera quedó en suspenso, decantando.

El comedor de la casa había sido lugar de encuentro y creación; mi abuela hacía los vestidos de novia, las reuniones esotéricas y mi abuelo recibía a los clientes para acordar los temas previos a la obra. Llegó un momento que tuve la necesidad de pasar más tiempo, entonces iba con la cartuchera, unas hojas, unos libros, el mate, y me quedaba allí disfrutando junto al sol de la mañana. Comencé de a poco a rehabitarlo. Hice lugar llevando algunas cosas a otra habitación, el resto de la casa se mantenía intacta, sus muebles, sus cuadros, sus miles de adornitos.  Y llevé algunos útiles, símbolos y elementos. Pedí permiso y comencé a vivirlo como espacio taller de prácticas, de encuentros. El comedor se resignificaba, y yo, lo hacía junto a él, mientras creaba Ser, Habitar, Construir, el enfoque de acompañamiento profesional al cual me dedico desde ese entonces.