Categorías
Mi diario Vivencias

El cobijo

Cuando comenzó a existir Vera, vivíamos en una casa a la cual hacía pocos meses que había llegado, y al tomar conciencia de que un día iba a nacer ahí, me di cuenta que esa casa no la sentía mi hogar, no me sentía segura para parir ahí. Me habitó una mezcla de emociones que buscaban cobijo.

Dentro mío, oía a mi instinto primal convocar la seguridad de mi hogar familiar original, la actual casa de mi madre. Fue muy fuerte sentir como iba directo a mi primer cobijo en busca de protección. El lugar preparado para el parto y el nacimiento fue la habitación que me abrazó cuando yo vivía ahí, mi refugio de encuentro conmigo misma, ella conocía mis amores y temores, mis alegrías y tristezas, mis fortalezas y mis dolores. Recuerdo cuando la fuerza para parir, para nacer nos convocaba y en cada exhalación miraba un punto fijo del hermoso techo de madera, que abría un espacio de intimidad y protección. Ahí estaba mi lugar conocido, mi lugar seguro. Allí nación Vera.

Con el parto y el nacimiento, yo renacía junto a una nueva sensación de hogar que nos anidaba en una familia. Un nuevo inicio amanecía.