A continuación tomamos los criterios de los cuerpos del Ser, del libro de Los Dominios De La Conciencia, de Ricardo A. Leveratto.
El ser humano se compone de una estructura multidimensional de diferentes cuerpos. Desde el más denso hasta el más sutil los distintos cuerpos son:
El cuerpo físico, vinculado con la acción en el mundo material, formado, a su vez, por dos cuerpos, el denso y el etéreo. El cuerpo astral o emocional, vehículo de expresión de las emociones y los deseos. El cuerpo mental inferior, relacionado con el pensamiento fáctico. El cuerpo mental superior o causal, órgano del pensamiento abstracto y discernimiento. El cuerpo búdico, instrumento de la intuición. El cuerpo átmico, medio de la voluntad y el poder.
Mientras que el cuerpo etéreo y el cuerpo astral tienen la misma forma que el cuerpo denso, el resto de los cuerpos tienen una forma ovoide y aumentan su tamaño a medida que se vuelven más sutil. Algunas personas pueden ver los cuerpos sutiles como una luz que rodea el cuerpo denso, conocida, generalmente, como aura.
Todos estos cuerpos, formados por materias de distintas frecuencias, trabajan de manera independiente. Sin embargo, están interrelacionados. Hay una red de conexión entre ellos a través de los centros energéticos que en la tradición hindú fueron llamados chakras, los chakras absorben y transforman la energía de una frecuencia a otra, pueden transmutar la energía de un cuerpo a una forma utilizable en otro.
A esta conjunción de cuerpos físicos y sutiles le vamos a incorporar el cuerpo hogar, formado por el espacio, la arquitectura y las vivencias que allí suceden.
El hogar funciona como un microcosmos dentro del macrocosmos, cuenta con su propio sistema físico energético, interrelacionado al de las personas que lo habitan. Sus características y cualidades mutan expresando el vínculo recíproco que existe entre ambos, propio de la relación orgánica que se amalgama al habitar.
El hogar es el útero de las vivencias íntimas y cotidianas, es el cobijo que cuida nuestro despliegue y nuestra expresión. Al habitar el hogar emitimos energía, la cual es canalizada por la arquitectura y, en un acto reflejo, es devuelta al espacio, creando así una retroalimentación entre ambos cuerpos, un flujo de movimiento que, dependiendo de la calidad del mismo, se convierte en catalizador de salud o en condensador de enfermedades.
Las fuerzas naturales de los elementos: fuego, aire, agua, tierra rigen en la totalidad organizada y armónica del universo, y en cada parte que conforma la totalidad, se expresan por completo, viven en el cuerpo humano y en el cuerpo hogar. Se muestran a través de la energía del espacio y la arquitectura de la casa. Tienen una interrelación equivalente a la que tienen los centros energéticos con los cuerpos del Ser y, al reconocer cómo nos vinculamos con ellos y cómo se muestran en la arquitectura del hogar, podemos llegar a descubrir aspectos de nuestra personalidad, de nuestro vínculo con el espacio, que buscan transformarse.
¿Cuál es mi base afectiva?
¿Cómo me siento arraigado en el mundo?
¿Qué cualidades bañan mi infancia?
El hogar despliega el sentimiento de pertenecer, de estar protegidos. Sabe al sabor de la comida de mamá, guardiana de nuestros sentimientos, de nuestros secretos. Es el cuenco que nos abraza, la energía femenina que nos cuida durante la infancia y, también, en la vejez. Es la tierra habitada desde donde venimos y hacia donde volveremos.